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Los gastos derivados de la compra de un vehículo (mantenimiento, tasas e impuestos, gasolina…) hacen que mucha gente descarte esta opción debido a la gran inversión que supone.
Además de la ITV, el coche también debe ser revisado de forma periódica para garantizar su buen funcionamiento. Este mantenimiento, que puede variar de unos modelos a otros, no hay que confundirlo con las visitas al taller por reparaciones o problemas más complejos, si no que debes verlo como una inversión a futuro, pues aumentará la vida útil de tu coche.
Si estás pensando en comprar un coche, en este post te contamos de qué trata este mantenimiento, qué hay que revisar y cada cuánto tiempo debes hacerlo.
Cada visita al taller tiene una finalidad distinta. Por eso, podemos encontrarnos con diferentes tipos de mantenimiento:
Como ves, acudir al taller no significa tener un problema. Normalmente, se trata de todo lo contrario: evitarlo.
La manera más fácil es guiarse por los testigos del cuadro de instrumentos, que se iluminan cuando algo no va bien. En el manual del fabricante, vienen recopilados sus significados (batería, avería en el motor, control de gases, fallo del alternador…) Si no lo tienes, nosotros te lo explicamos en nuestro post sobre los testigos del coche.
Dependiendo de la gravedad, el testigo se iluminará de un color u otro, normalmente amarillo y rojo. Si es amarillo, nos indica que hay algún fallo en el sistema y que debemos revisarlo en cuanto podamos. Si es rojo, es más grave y deberíamos para el coche y solicitar asistencia.
Ruidos extraños, humo oscuro o muy claro y olor a quemado son también síntomas de que algo no va bien. Si esto ocurre, no dudes en ir al taller.
Es un manual en el que se nos detallan las instrucciones exactas para los cuidados de nuestro coche, los certificados de las revisiones que se llevan a cabo (siempre selladas por el taller) y las visitas a este.
Aunque pueda parecer otro documento más, resulta muy importante, pues de esto depende la salud de nuestro coche. Además, el sello del taller hará constar que el coche está siguiendo el mantenimiento necesario, importante para mantener la garantía oficial de la marca.
En este caso, es un documento que deben tener tanto el dueño del vehículo como el taller. En él se registran los datos más importantes de todas las revisiones y mantenimientos que se realizan. Es un documento complementario, en ningún caso sustituye al libro de mantenimiento.
Además del mantenimiento correctivo que pueda surgir, en el manual, el fabricante del vehículo indica cada cuánto tiempo se deben llevar a cabo mantenimientos preventivos.
Por lo general, el primero se realiza a los 15.000 kilómetros recorridos o pasado un año desde la compra del coche. Se centra en comprobar los frenos, niveles de líquidos, filtros, presión de los neumáticos, batería, amortiguadores, luces y escobillas.
Se hará la segunda revisión tras 30.000 o 35.000 kilómetros. Se comprueba todo lo anterior, además de los sistemas de seguridad y el líquido anticongelante. La tercera será en torno a los 60.000 kilómetros, revisando los mismo que en las anteriores. A partir de este momento, las revisiones serán cada 10.000 o 15.000 kilómetros a modo preventivo.
Los principales elementos del vehículo también tienen sus propios intervalos recomendados para la revisión. A continuación, te contamos cuáles son, pero recuerda que es una guía, debes tener en cuenta siempre lo que diga el fabricante.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 18% del dinero que ingresa un hogar se destina al mantenimiento de un vehículo. Piensa en los gastos en visitas al taller, impuestos, seguro…etc.
Además, según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), mantener coches de la marca Nissan, Opel, Peugeot, Ford o Kia, es más barato. Sin embargo, si nos vamos a un Mercedes, Volkswagen, Audi o Dacia, es más elevado. Este último, a pesar de que sus repuestos son baratos, necesita muchas horas de taller.
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