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Freno de servicio o, lo que es lo mismo, el pedal del freno, el de toda la vida. Pues sí, se llama “freno de servicio”, y es uno de los elementos clave de la conducción y de cualquier vehículo, por moderno o antiguo que sea. Por esa razón, su supervisión y revisión son clave para nuestra seguridad y la de los demás.
Hoy desgranamos el sistema de freno de un coche, sus diferentes tipos, mantenimiento y problemas más habituales. Además, hablaremos también de cómo se usa el freno de servicio, y el sistema de frenado en sí, de manera eficaz.
Manos a la obra.
El sistema de frenado como tal comprende todos aquellos elementos que sirven para que el vehículo se detenga. Consta del freno de servicio, el freno de estacionamiento – o de mano – y el freno de emergencia.
Este sistema basa su funcionamiento en el poder del rozamiento, esto es, un elemento en movimiento (deslizamiento), que entra en fricción con otro elemento causando rozamiento. En pocas palabras: “La fuerza de fricción es la fuerza que existe entre dos superficies ásperas en contacto, que se opone al deslizamiento, fuerza de fricción estática y cinética”.
Ocurre que, durante la frenada, la energía cinética pasa a ser calorífica, razón por la cual el sistema de frenado, además de su misión primordial de detener el vehículo, también debe encargarse de disipar todo el calor sobrante.
Uno de los elementos más importantes y que ahora forma parte de nuestro día a día, pero lo es desde hace relativamente poco tiempo, es el sistema Antiblockiersystem, es decir, ABS.
El sistema ABS ha sido una de las innovaciones clave del sector de la automoción. Inicialmente creado para aviones con problemas de frenado, desde 2003 es obligatorio en los coches comercializados dentro de la UE.
El ABS (AntiBlockierSystem) actúa de forma conjunta con el sistema de frenado. Consiste en una bomba incorporada a los circuitos del líquido de freno junto a unos sensores que supervisan las revoluciones de las ruedas.
Cuando las revoluciones de las ruedas bajan de repente, el sistema ABS detecta que están cerca de bloquearse con el vehículo todavía en movimiento, con riesgo de derrape, por lo que reduce automáticamente la presión del sistema de frenado (el rozamiento), para que las ruedas sigan girando y el conductor no pierda el control.
El sistema de frenado, como tal, cuenta con tres tipos de freno diferentes: el freno de servicio, el de estacionamiento (o de mano) y el freno de emergencia. Veamos, a continuación, cada uno de estos frenos:
El freno del servicio o, lo que es lo mismo, el pedal del freno, el de toda la vida, que decíamos antes, es uno de los tres pedales habituales en un coche, junto al embrague y el acelerador.
Cuando se pisa, se desplaza un pistón a través de un cilindro, donde está el líquido de freno. La presión que se ejerce según la pisada se transmite para accionar las zapatas o las pastillas (depende si el freno es de tambor o de disco), que harán que, de forma progresiva, el coche se detenga.
Los frenos de disco son los más populares actualmente gracias a su frenada progresiva, que permite un mayor control del vehículo. Se sitúan en el eje delantero y funcionan a través de pastillas, que hacen fricción contra el disco de freno. Las pastillas se cierran y oprimen, frenando las revoluciones de las ruedas.
Soportan temperaturas de hasta 500º y, como decíamos, su menor superficie de fricción permite al conductor un mejor control durante la frenada.
El freno de tambor que, como mencionamos más arriba, ha ido perdiendo protagonismo progresivamente, consta de dos elementos fijos, las zapatas, que se expanden dentro de un tambor que gira junto con la rueda. De esa manera se causa el rozamiento que hace bajar de revoluciones a la rueda.
La capacidad de frenada de los frenos de tambor es excelente, pero su progresividad y su refrigeración salen perdiendo frente a los frenos de disco, de ahí que hayan perdido protagonismo. Además, corren el riesgo de sufrir cristalización de las balatas, esto es, deterioro de su funcionamiento debido a ser sometidas de forma intensa a altas temperaturas.
Como prácticamente cualquiera de los elementos que componen un coche, el sistema de frenado también se deteriora con el tiempo.
Son muchos los factores que provocan el desgaste de los frenos. La propia carga que lleve el vehículo, si el coche frena en pendiente, si lo hace en marcha, la forma en que se pisa el pedal, si se hace con mucha fuerza o no, la regularidad de la frenada en el caso de ir por ciudad y hacer paradas constantes, etc.
Para un correcto mantenimiento, además de estar atentos a las señales físicas pero invisibles que nos van dando los frenos (los elementos físicos), tenemos que comprobar de manera periódica que no estén perdiendo líquido – el estado del líquido puedes verlo levantando el capó del coche y fijándote en el depósito. Si detectas que hay una pérdida deberás acudir al taller para una revisión.
Tenemos que pensar en que cada frenada significa fricción en los discos, lo que provoca un desgaste en el material. Conviene estar siempre atentos a las pequeñas señales con las que el sistema de frenado nos indica que el desgaste ha empezado a hacer mella.
Los fallos más comunes suelen ser:
El freno de estacionamiento/de mano es un sistema de frenado para inmovilizar el coche una vez está detenido. Lo habitual es que el sistema se trate de una palanca conectada al sistema de frenos a través de un cable. Cuando se levanta, se presionan las ruedas para inmovilizar el coche.
Actualmente, el freno de estacionamiento/de mano está dejando de ser de palanca y cable para ser eléctrico, pero la versión de palanca sigue siendo la más habitual.
En el caso del freno de estacionamiento/mano, para su mantenimiento hay que observar el comportamiento del cable y la palanca. Si su recorrido se hace cada vez más largo significa que se está desajustando, razón de sobra para una revisión.
Del mismo modo, si no se tensa lo suficiente puede ser síntoma de que se está aflojando. Igualmente, si aparece óxido, también se hace necesario llevarlo a revisión.
Cuando empiezan a aparecer los primeros síntomas de que el freno de mano necesita una revisión, pueden mostrarse también el efecto de estos problemas. Lo más común es que el freno deje de realizar su función correctamente. Por ejemplo, a pesar de que el freno de mano está accionado, el piloto en el cuadro de mandos no se enciende, o el vehículo continúa moviéndose.
También puede ocurrir que, con el desgaste de las piezas, el freno de estacionamiento esté “duro” y cueste accionarlo. La consecuencia es que la presión que ejerce es demasiado fuerte.
Por último, puede darse el caso de que el cable se rompa, por lo que la palanca perdería toda su tensión; o que la propia palanca no se mantenga fija por una rotura en el dentado o en el sistema de fijación.
El freno de emergencia (no confundir con frenada de emergencia), es un dispositivo incluido dentro de los coches más modernos y pronto obligatorio en los coches comercializados en la UE, que de forma automática, a través de sensores, examina el entorno del vehículo para advertir si hay peligro de choque inminente.
Primero con una señal luminosa o acústica para advertir al conductor, puede finalmente accionar el sistema de frenado hasta detener el coche si el accidente es inminente.
Generalmente, este sistema automático no se activa a velocidades superiores a los 40 km/h, teniendo en cuenta que la mayoría de los accidentes suceden en ciudad a velocidades inferiores.
Como hemos ido viendo, la eficacia del frenado depende de la presión que ejerzan las pastillas o las zapatas, además de otros elementos como el estado de los neumáticos, el de la carretera, el desgaste de las propias piezas del sistema, la velocidad a la que se esté circulando, etc.
Conviene tener en cuenta, sin embargo, una serie de recomendaciones a la hora de realizar una frenada segura y controlada, a fin de evitar posibles accidentes o sobresaltos:
Por supuesto, el sistema de frenado es una de las comprobaciones básicas y más importantes durante la Inspección Técnica de Vehículos (ITV) de nuestro coche.
El sistema de frenado se comprueba en un frenómetro, un mecanismo de cuatro placas y rodillos sobre el que debemos colocar nuestro coche. Estos rodillos hacen girar las ruedas para comprobar la simetría de los ejes del vehículo, su agarre, el tiempo de frenado y la fuerza, con el objetivo de determinar el funcionamiento del sistema de frenado.
Según si el vehículo es pesado o no, es decir, un utilitario o un camión, las fuerzas de frenado variarán de entre los 600-1000N a los 2400-4000 N en el caso de un camión.
Como has podido comprobar, el freno de servicio es uno de los elementos más importante para nuestra seguridad al volante, razón de sobra para que esté acompañado de todo un sistema de frenado que nos acompaña durante la conducción y que nos ayuda tanto a detener el vehículo como a no perder su control e incluso detectar obstáculos inminentes.
Conviene recordar que los mantenimientos de los coches de renting en Soluty están incluidos en una amplia red de talleres autorizados, que los vehículos de renting son nuevos y, por lo tanto, con ningún riesgo de que pueda haber problemas en la frenada.