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Hace no tantos años, el mercado de la automoción se dividía, básicamente, entre aquellos vehículos que empleaban gasolina de los que usaban diésel. Por supuesto, no existía la misma variedad que hay actualmente, con vehículos híbridos o eléctricos ocupando cada vez más un espacio mayor en el mercado, que parece dirigirse hacia ese tipo de tecnologías.
Del mismo modo, lo que antiguamente era una decisión relativamente sencilla, con el tiempo se ha ido complicando, ya que la frontera que separaba las características de los coches diésel de los de gasolina, y viceversa, se ha ido estrechando.
De todas maneras, todavía existen diferencias entre el rendimiento, el consumo y la contaminación entre los coches de gasolina y los de diésel, además de algunos otros parámetros que ahora veremos.
¿Qué es mejor para ti, un gasolina o un diésel? ¿Valoras alguna otra alternativa?
¡Allá vamos!
Vamos a meternos de lleno en materia diciendo que, lamentablemente, no hay una respuesta contundente sobre esta problemática, ya que depende, en primer lugar, del tipo de vehículo que estés buscando y del uso que le vas a dar.
En una capa superior está la legislación vigente, ya que hay una diferencia en cuanto a impuestos según el tipo de combustible. Pero también están las restricciones en las ciudades a vehículos diésel, e incluso la subida del precio del combustible que se está viviendo últimamente, y que equilibra una de las diferencias que había hace unos años, que era la diferencia de precio entre gasolina y diésel.
Otra variable a tener en cuenta es la depreciación que sufren los coches, razón por la cual nosotros recomendamos encarecidamente el renting y más en estos tiempos en los que no está clara cuál va a ser la deriva del sector en los próximos años.
Si echamos la vista atrás, los coches diésel se hicieron en España con una cuota de mercado cercana al 70%, pero en el 2015, cuando se destapó el escándalo conocido como Dieselgate, la tendencia comenzó a revertirse, inclinando un poco más la balanza hacia el lado de los coches de gasolina.
Pero antes de entrar del todo en materia, vayamos al meollo del asunto. ¿Qué es la gasolina?
Como tal, la gasolina es un producto derivado, por destilación, del petróleo. Posee una densidad de 680g/litro, y proporciona, en combustión, una energía correspondiente a 34,78 megajulios (MJ).
Las condiciones necesarias para poder salir al mercado (tanto técnicas para los motores de combustión como de preservación del medio ambiente), son legisladas por los diferentes países, con especial énfasis en el “Índice de octano” u “Octanaje”, que probablemente te suene. Este índice mide la capacidad de “aguante” del combustible antes de detonar, esto es, su resistencia a la detonación prematura. Es un factor muy importante para que el proceso de combustión y empuje se haga de forma correcta, ya que es necesario que la explosión se dé cuando el pistón está situado en el lugar un preciso.
Por otra parte, tenemos el diésel, también conocido como gasóleo o gasoil, que pasa por ser otro producto destilado del petróleo. Su densidad es de unos 830g/litro. Su composición es mayoritariamente carbono (un 86%), y entrega una energía de 38,65 megajulios.
Como tal, los vehículos que emplean diésel llevan su propio motor, que ya adelantamos, es más problemático que el de los vehículos de gasolina.
Además de para vehículos de particulares y profesionales, el gasóleo es empleado para otra serie de usos, para lo que se utiliza un derivado. Los tipos más populares son:
Aunque aparentemente un coche de gasolina y uno de diésel no se diferencien, bajo el capó y sobre la carretera las diferencias son notables.
A nivel mecánico, en el motor de gasolina el combustible se mezcla con aire dentro de los cilindros, comprimiéndose la mezcla gracias a la acción del pistón, que es detonada por la chispa de las bujías.
En el caso de los motores diésel, el gasóleo se autodetona, sin necesidad de que participe una bujía, en el proceso de compresión de aire en los pistones.
A la hora de conducir un coche de gasolina o de diésel también se aprecian algunas diferencias. Menos, eso sí, que hace unos años, cuando sí que se notaba un gran cambio entre un coche u otro.
Por lo general, los motores de gasolina tienen una mayor potencia y aceleración. Asimismo, también necesitan mayores revoluciones para desarrollar su potencia.
En lo tocante a los motores diésel, estos dan una mejor respuesta a bajas revoluciones, resultando también en un menor consumo, ya que el motor no se ve tan exigido.
Lo cierto es que los fabricantes, en los últimos años, han trabajado a conciencia la mejora de los sistemas de gasolina, gracias entre otras cosas a los motores de tipo downsizing de inyección directa, que consiguen cifras similares a los motores atmosféricos de gran cilindrada. De este modo, su rendimiento a bajas revoluciones se acerca al de los diésel.
A nivel de revoluciones, para que nos hagamos una idea, un motor de gasolina ofrece un rendimiento aceptable incluso superadas las 5.000 rpm. Sin embargo, un motor diésel a más de 4.000 rpm puede dar problemas, y su rendimiento se resiente.
El consumo y el coste de combustible es uno de los elementos clave que otrora ayudaban a inclinar la balanza, en muchas ocasiones, hacia un gasolina o un diésel. Sin embargo, el alza de los combustibles de los últimos meses han equilibrado tanto el precio de gasolina y gasóleo que tal vez no vuelva a ser un argumento a favor o en contra.
En términos de consumo sí encontramos una diferencia entre diésel y gasolina, y es que el gasóleo libera, gracias a su arranque eléctrico, hasta un 10% más de energía, lo que lo hace más duradero que la gasolina. La contrapartida viene de la mano del uso de la batería, menos exigente en el caso de los motores a gasolina.
Desde el dieselgate, las normativas anticontaminación se han vuelto más exigentes, penalizando a los motores diésel, razón que han aprovechado los fabricantes para, además de trabajar en el desarrollo de nuevas tecnologías, como los coches eléctricos, mejorar los motores de gasolina con propulsores que permiten reducir su consumo, ya que sus emisiones son menores que las de los diésel.
Por lo general, los diésel emiten una mayor concentración de partículas NOx – aquí enlace a sistema antipolución – que los gasolina, que por el contrario, emiten más CO2.